Los hechos ocurrieron el 2 de mayo de 2020, cuando las sanitarias estaban atendiendo al enfermo, que en un momento dado salió de la habitación para cambiarse de ropa. Al regresar portaba el arma con la que apuntó a la cabeza de la médico a una distancia de un metro.
Rápidamente la enfermera desvió la trayectoria del arma, en el momento en que el hombre accionó el gatillo, oyéndose un clic. Aún disparó dos veces más sin que saliera ningún proyectil, por lo que pensando que ya no quedaban balas en la recámara, la enfermera se dispuso a hacer fotos con su móvil. Al darse cuenta la hermana, empezó a insultar a las dos sanitarias y las echó de su casa a cajas destempladas.
El abogado de la acusación particular, Juanjo Carrascón, considera que estos comportamientos "no se pueden consentir porque estamos hablando de profesionales en el ejercicio de su actividad", y por eso pide tres años de prisión para el acusado y uno para su hermana
Por su parte el abogado de la defensa, Javier Osés, considera que esas penas son "totalmente desproporcionadas" porque era un arma de juguete y no tiene "ninguna relevancia jurídica penal".