Se aproximan el verano y con él la amenaza de la mosca negra. Miles de zaragozanos han sido víctimas de este insecto desde que en la última década haya encontrado acomodo ideal en las proximidades del Ebro y el Huerva para la cría de sus larvas. Su mordedura es especialmente dolorosa y puede acarrear problemas como infecciones o alergias.
El catedrático de la Facultad de Veterinaria y profesor emérito, Javier Lucientes, señala que las suaves temperaturas del pasado invierno adelantó la eclosión de mosca negra en febrero y marzo. Sin embargo, las últimas riadas y una primavera que hasta el momento no está siendo tan calurosa como años anteriores, ha frenado su actividad. Sin embargo, si empiezan a subir las temperaturas a finales de mayo se producirá un nuevo pico, que sobre todo afecta al ganado.
Lucientes señala que estamos en el momento idóneo para iniciar los tratamientos en el río para controlar estas poblaciones del larvas y prevenir las temidas picaduras de la mosca negra. Recalca, además, que la actuación tiene que ser coordinada entre todos los municipios ribereños, ya que la autonomía de vuelo de este insecto invasor puede alcanzar los 20 kilómetros, por lo que los municipios donde se realizan tratamientos pueden recibir la molesta visita de mosca negra procedente de las aguas del pueblo vecino. El experto entomólogo cree, sin embargo, que hay una mayor coordinación entre instituciones para corregir este problema.