Ni los más optimistas pensaban después del comienzo de la temporada, que el equipo iba a estar en la situación que tiene ahora mismo. Y es que Casdemont, primero ha aprendido a competir y posteriormente a ganar. La mano de Porfirio es muy larga a la hora de dirigir a un equipo, en enseñar a los jóvenes y en dosificar los minutos. El anterior entrenador no contaba con jugadores, que ahora mismo son vitales para el club, por su buen papel. Schiller no supo enseñar entre otros, a Tryggvi Hlimason, y ahora es jugador fundamental y muy importante para remontada del equipo.
Tampoco supo ver que en la cantera había jugadores capaces de ser útiles en diferentes demarcaciones y en puestos concretos, Estamos hablando del techo Aday Mara. Aday por su juventud y por el descaro que demuestra en la pista los pocos minutos que le dan, tiene tiempo suficiente para decir a su entrenador, que merece tener más en juego. Un jugador se hace, jugando no viendo desde el banquillo, como lo hacen sus compañeros. Así han llegado, los que llegan, disputando minutos y jugando, y peleando. Pero no solo estamos cegados con Mara, Hay otros jugadores de su edad que si les dan minutos llegarán también.
El gran artífice de todo este milagro, está siendo Porfirio Fisac, el segoviano ha llegado a Zaragoza para poner todo en orden, sin enfadarse, solo trabajando, dirigiendo, ha sabido llegar a la afición, como siempre, sin regalar nada. Los aficionados van otra vez al Pabellón con la ilusión de poder ganar a alguno de los grandes, como al Real Madrid. Todavía hay trabajo que hacer, pero Casademont ahora tiene entrenador, alguien que los dirija. Alguien que sabe de baloncesto, ha impuesto la lógica y ahí tenemos los resultados y todavía queda temporada, lástima el tiempo perdido que nunca ya volverá.