PAYASOS DE HOSPITAL

Clowntigo

Personas como Vanessa González y Susana Carnero tienen una doble personalidad. Son capaces de convertirse en Sushurra y Verbena para alegrar a personas que quizás piensen que no tienen razones para sonreír. Ellas son dos de las componentes de Clowntigo, una asociación de utilidad pública que quiere hacer llegar el arte clown de un modo especial a niños y adultos hospitalizados, colectivos vulnerables y nuestros mayores.

Guillermo Figueroa

Gijón |

Trabajan en entornos duros. Pero cuando se quitan la nariz roja y el disfraz que les caracteriza, se quedan con lo bueno. Las sonrisas, de niños y mayores, de valor incalculable, y la certeza de que lo que están haciendo sirve a mucha gente en momentos difíciles. Pese a ello, reconocen que también necesitan llorar. La nariz es un escudo poderoso ante el dolor que ven, pero también tienen que cuidarse ellos.

Para que la labor de Clowntigo tenga éxito tienen que contactar con su "público". Con los niños no hay problema. Los mayores necesitan un poco más de tiempo, y se nota que van cogiendo confianza con el paso de las visitas. Los payasos de hospital suelen identificarse con el público infantil y necesitan vencer resistencias. Pero lo hacen. Aunque no en todos los sitios que querrían. Clowntigo es quien solicita permiso para realizar su labor y no siempre recibe una respuesta afirmativa.

Cuando un payaso de hospital abandona una habitación deja un ambiente diferente. Todos podemos echar una mano a Clowntigo. Para mantener una labor en el tiempo y con la frecuencia necesaria, algunos de sus programas están remunerados.

La asociación ha recibido múltiples reconocimientos, el último el OH de honor. Y sobran las razones para que tengan un ESPACIO RESERVADO en Más de Uno Gijón.