El mes pasado nos centrábamos en niños y adolescentes. Pero los adultos tenemos los mismos o más problemas. Afecta al entorno familiar, social y laboral y acaba desconectándonos. La comunicación se está perdiendo entre tanta pantalla, advierte Isabel, y cada vez más gente habla exclusivamente a través del whatsapp y las redes sociales que cara a cara. Especial mención para las parejas. Muchas se rompen por esta dependencia, o por las infidelidades que se cometen a través de las pantallas.
Recibir un mensaje con el clásico pitido suministra dopamina. Pero si estamos enganchados, no recibirlo produce cortisol. Al final nos podemos ver sumidos en un estado de ansiedad, hasta el punto de sentir vibrar el móvil aunque no lo esté haciendo. Reconocer el problema es el primer paso para acabar con la dependencia. No es sencillo y debe pedirse ayuda en caso de ser necesario. La voluntad será la clave, y nuestra psicóloga recomienda empezar por ponerse límites.
Y recordar una cosa. El ejemplo que demos como adultos en el uso de los dispositivos móviles condicionará el uso que le darán nuestros hijos. Isabel ya ha visto caso de niños que "odian" los móviles porque les roban a sus padres.