Pablo jugaba con ventaja. Estaba al tanto de las informaciones que hablaban de una tormenta solar, y aunque no estaba previsto que fuese visible desde España, supo leer las señales. En cuanto se dio cuenta de que la aurora podía ser una realidad en Gijón no dudó en subir al Cerro de santa Catalina a probar suerte. Era el lugar con menos contaminación lumínica que tenía más cerca y se encontró allí solo, con su teléfono móvil (la cámara profesional no la llevaba encima por lo imprevisto del fenómeno) y el sueño de disfrutar de la aurora. Y lo consiguió.
Su imagen de la aurora boreal sobre el Elogio del Horizonte ha sido vista por más de un millón de personas y ha permitido a muchos disfrutar del momento. No tienen filtros. La tecnología ha permitido disfrutar del momento mejor que el ojo humano. Por eso, cuando Pablo estaba en el cerro lo que su cámara veía no tenía la misma intensidad de lo que podíamos estar viendo en la zona del paseo del muro por ejemplo.
No será fácil volver a vivir algo así a corto plazo en Gijón. Las tormentas solares de este tipo no son tan habituales. Y tienen que coincidir otros factores, como que los cielos estén despejados.
Para el recuerdo nos quedarán las fotografías de personas como Pablo, que es consciente de lo afortunado que ha sido.