Para los niños y niñas es Jose. Y ser Jose es mucho. Aunque no sepan muy bien qué hace un conserje, saben que hace de todo. Es el encargado de realizar una labor que luce poco pero hace mucho. Una figura fundamental para cualquier centro educativo. Y Jose se jubila en mayo tras 40 años en el puesto. Ha visto pasar a generaciones enteras, incluso hay alumnos que pasaron por sus manos y que ahora llevan a sus nietos a clase.
Salma, Dylan y Saleh, de 10 y 11 años, se interesan por su vocación. Desconocían si para ser conserje había que estudiar, pero Jose se encarga de explicarles lo difícil que es pasar la oposición. Luego, una vez en su desempeño, le preguntan por lo que le gusta, por sus momentos especiales o por sus clases favoritas. Pero ahí es claro. Todas. No se puede elegir.
Jose fue de las primeras personas que vio el suelo del Rey Pelayo derrumbado. Uno de esos momentos que se le quedará grabado en la memoria porque fue duro. Le hubiese gustado cumplir con su etapa profesional en el cole, aunque guarda buen recuerdo de su convivencia con otros conserjes. Y volverá al cole, cuando en enero regrese el alumnado, para despedirse. La noticia de la vuelta al cole tiene muy contentos a los niños, que han vivido momentos muy duros. También Jose.
A partir de ahora el conserje se dedicará a viajar. A estudiar idiomas. Y al deporte.