Entró en política activa a los 28 años porque le parecía injusto que se culpara de todo lo que pasaba al entonces presidente, José Luis Rodríguez Zapatero. Y ella es "muy de Zapatero". Como concejala asume una responsabilidad con la gente, los vecinos. Huye de los "mantras para quedar bien" y se define como una persona "muy gijonuda". De Gijón le gusta cada rincón, su esencia, su historia y su gente.
Se reconoce muy disfrutona, porque hay que abrazar con fuerza los momentos buenos, y sigue trabajando como guía turística, una profesión muy vocaciones que le encanta. Lo considera su "trabajo", que compagina con la política y su hijo de 9 años. Por su profesión no se le dan mal los idiomas, aunque reconoce que no es un campo que tradicionalmente dominen los políticos.
María se sigue considerando del barrio de Laviada, aunque ahora vive en El Llano. Estrenó el colegio de su barrio, en donde ya demostró dotes reivindicativas y de movilizar a la gente. En ocasiones prefería quedarse a ver en la televisión a líderes políticos "que no sabía ni quiénes eran" que salir a jugar. Le gusta debatir y cuando lo hace con personas que no comparten su misma ideología intentará convencer, pero no es su principal objetivo, asegura. Da especial valor a los argumentos y a escuchar con respeto. Antepone la actitud crítica a la crítica.