En su informe Greenpeace asegura que "Enagás está usando la crisis energética” para añadir más infraestructuras a su cartera, encadenando a España a décadas de dependencia del gas, y al mismo tiempo garantizando enormes beneficios y repartos de dividendos a sus accionistas. Para colmo de males, el régimen regulatorio dicta que quien pagará esas inversiones es la ciudadanía española, sin extraer ningún beneficio de ello. Esto socava el desarrollo de fuentes de energía limpias y renovables del que España ha sido líder. Los combustibles fósiles no tienen cabida". Añaden que "es una jugada inadmisible que antepone los beneficios para los accionistas a los perjuicios humanos, ambientales y económicos que se generen".
En entrevista con Francisco del Pozo, responsable de combustibles fósiles de la organización ecologista, nos explica sus argumentos. Afirma que la única apuesta rentable son las energías renovables, que son las que "nadie puede cortar". Asegura además que esta apuesta generaría más empleo que continuar con los combustibles fósiles.
Y Greenpeace lanza además una advertencia. El hidrógeno verde en el que tantas esperanzas se han puesto en Asturias, es una apuesta destinada a no salir bien.