Trabajar para estar tranquila y perseguir sus sueños es lo que le hace a Idaira afrontar el esfuerzo que supone estar en la élite de un deporte del que, es consciente, no va a poder vivir. Una realidad que cuesta aceptar pero que acaba siendo imposible de eludir porque ahora mismo ni ganando recibe ninguna ayuda. Se lo tiene que pagar todo y rara vez se generan ingresos. No dejará el karate, pero se ve como entrenadora personal (o algo relacionado con el deporte) o controladora aérea. Los estudios se le dan bien porque sabe que se juega su futuro en ellos.
Desde los 8 años viaja sola a los campeonatos. Pensar que se conocen muchos países es una leyenda, porque queda poco tiempo después de una competición. Familia, amigos y descanso es lo que apetece cuando no se compite, aunque como disfruta de su deporte no lo ve como un sacrificio. Y eso lo dice aunque reconozca que a veces se hacen "locuras" para controlar el peso. Ha llegado a estar una semana sin comer y deshidratándose para dar el peso e ir a un campeonato del mundo.
La disciplina es el gran aliado para entrenar, competir, y sacar adelante el día a día. También para gestionar las lesiones.
Aunque Idaira es gijonesa, entrena en el Club Lino de Oviedo. Todos los días sus padres la llevan para perseguir sus sueños. Desde los 4 años quiere ser campeona del mundo. Ilusión para conseguirlo no le falta.