Una de sus portavoces, Inés Prada, nos adelanta que su objetivo es implicar al Ayuntamiento en su lucha contra la contaminación. Dirigen sus fuerzas fundamentalmente hacia el gobierno asturiano (que es quien tiene la mayor parte de las competencias) y las empresas, pero entienden que el Ayuntamiento tiene algo que decir. Sin embargo, lamenta Prada, la experiencia de estos diez años les dice que escucharán buenas palabras, que se mostrarán receptivos, pero que no se traducirá en hechos.
Sobre la mesa les preocupan especialmente tres asuntos. ArcelorMittal es el gran clásico. La plataforma entiende que nunca se les ha exigido nada en materia medioambiental y las administraciones siguen siendo cómplices de su contaminación, afirman. Sin olvidar al Puerto del Musel. El cambio en la presidencia no les dice nada. No depositan ninguna esperanza en Nieves Roqueñí, sentencia Inés Prada. Entre otras cosas porque el Musel es uno de los escenarios que albergará los famosos parques de baterías, su nuevo frente de batalla.
La plataforma anticontaminación insiste en que defienden la actividad económica y el empleo. Pero lamentan que se busquen inversiones para Asturias sin medir su impacto ambiental guiándose únicamente por promesas de empleo que al cocer menguan. Por eso, concluye Inés Prada, durante la vida de la plataforma no han dejado de tener la sensación de que las administraciones les toman el pelo.