Santiago Beruete nos ha explicado cómo fusiona el concepto de jardinería con el de sabiduría. Porque cuidar la naturaleza, cuidar de las plantas, nos hace más lúcidos y nos transforma. Lleva tiempo defendiendo con sus charlas y sus libros que "no hay cultura sin natura".
Si uno lo medita con cuidado, en los jardines el afán de retornar a la naturaleza se confunde con el deseo de escapar de la realidad y la añoranza del paraíso con el anhelo de un mundo mejor. Los jardines no son únicamente una realización material sino también una creación intelectual, una obra de arte viva. Y la tierra al final es un gran jardín amenazado por la especie humana, su "gran depredador", nos cuenta Beruete.
Santiago ve los jardines como un sofisticado medio de expresión cultural, y responden, con un discurso sensorial y simbólico a las preguntas esenciales que se hacen los seres humanos en cada etapa histórica. Su historia es como la de una caja que pierde una a una sus paredes. Al hortus conclusus o claustro medieval le seguirán cronológicamente los vergeles aterrazados de villas renacentistas. En el siglo siguiente, los parques a la francesa, con perspectivas axiales, se extenderán gracias al uso de la óptica y la geometría hasta el infinito. Y siempre, lo que le hacemos al planeta nos lo hacemos a nosotros mismos.