En Polonia la vida es diferente. En Gijón ha encontrado una ciudad cómoda, manejable, donde lo que más le sorprende son dos cosas en las que nunca repararíamos los de aquí. La cantidad de veces que se pide perdón y que se pregunte "¿qué tal?" a los desconocidos. Reconoce que cuando se lo preguntan a ella no sabe muy bien qué responder. No está acostumbrada. También es consciente de que su nombre, Ola, diminutivo de Aleksandra, le viene bien para romper el hielo.
También es llamativo para quien viene de fuera la cantidad de gente mayor que se ve en las calles. En Polonia lo habitual es que se queden en casa. Verles en las calles y en los parques es algo que le gusta.
Como mucha gente con la que hablamos que viene de fuera, la gastronomía asturiana no está especialmente adaptada a sus gustos. Antes de venir aquí no comía ni carne ni pescado. Al final ha probado, pero lo que más le han gustado son...las croquetas. En Polonia son diferentes. Y ha aprendido a escanciar sidra.
En el apartado de faltas que Ola nos pone está la ausencia de bosques. Hay muchos parques urbanos, pero poco bosque. Y eso en su ciudad polaca es diferente. Y le gusta mucho la naturaleza. Claro que también tenemos playas. Pero las urbanas no le gustan demasiado. Le seducen más aquellas que están más escondidas.
Ola se compromete a ser una buena embajadora de Gijón y recomendar una visita a su familia y amigos. Cree que no tenemos un problema con el turismo. No descarta que acabe viviendo aquí, aunque todo dependerá del trabajo.