La ternura inicial de este film, ganador del Premio Teddy en Berlinale, mutará (sin desaparecer nunca) en algo de más gravedad cuando tras un trágico suceso, Angie descubra lo que supone ser lesbiana y anciana en el Hong Kong de hoy día. La integración familiar se resquebraja merced a una legislación dañina y a los prejuicios latentes, pero Angie descubrirá el consuelo y el asilo en una residencia LGTBI+, donde activismo y solidaridad se dan la mano con la ternura y la simpatía.