Jornada invernal, con temperaturas que apenas llegaban a los 10 grados y lluvia incesante. Pero nada de eso importó. La fiesta y el desfile por las calles de la villa mantuvo el nivel de otros años. Había ganas de volver a celebrar les piragües tras dos años de parón pandémico.
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La subida del nivel del río hizo aconsejable cambiar el descenso hasta Sebares por una contrarreloj en el tramo urbano de Infiesto. Los participantes tuvieron que empeñarse a fondo para vencer la resistencia de la fuerte corriente.