Igor Postolache reconoce haber matado a la joven Érika Yunga en el barrio de Vallobín, Oviedo en 2022. El acusado del asesinato reconoce haber matado a la menor con ensañamiento y alevosía y acepta la petición de la Fiscalía de prisión permanente revisable
Asumió además 12 años y 6 meses de cárcel por la agresión sexual a la niña. La adolescente recibió al menos 36 puñaladas
El acusado, de nacionalidad moldava y en situación regular en España, decidió terminar con la vida de la adolescente XXX, de 14 años, tiempo antes de ejecutar su acción criminal, el día 5 de abril de 2022. Para ello, estudió los horarios de entrada y salida de la menor de su domicilio, en Oviedo, de forma que llegó a saber que la niña regresaba a su casa todos los días del instituto a partir de las 14:40 horas, y decidió que la mejor opción para llevar a cabo su acción era esperarla a su regreso de clase.
De esta forma, minutos antes de las 14:40 horas del 5 de abril de 2022, el acusado decidió ejecutar su propósito. Para ello, dejó perfectamente bajadas todas las persianas de su domicilio, ubicado en el mismo inmueble que el de la menor, para que ningún vecino pudiera ver a través de las ventanas lo que iba a suceder minutos después en el interior de su casa. Igualmente, guardó dentro del cajón de su mesita de noche una cinta de embalar de color marrón, así como nueve bridas de color negras, por si fuera necesario tener que amordazar a la menor. Finalmente cogió un cuchillo de mesa, de once centímetros de longitud y dos centímetros de ancho, con mango de madera color marrón, lo escondió entre sus ropas, salió de su domicilio y esperó escondido a la niña fuera de la finca, en una zona próxima al portal, hasta que esta apareció y picó al telefonillo de su casa. Le abrió la puerta del portal su padre y la adolescente entró en el edificio, seguida del acusado, sin que ella se percatara de su presencia.
Una vez que la menor se dirigió al ascensor con intención de subir a su casa, el acusado se abalanzó sobre ella, por la espalda y de forma absolutamente sorpresiva, de tal forma que la víctima no pudo ni prever ni imaginarse el ataque, por lo que le resultó del todo imposible defenderse. El acusado le asestó entonces una primera cuchillada, mientras la empujaba hacia las escaleras y le tapaba la boca para que no gritase.
Ya en las escaleras, el acusado la arrastró hacia arriba, a la vez que le seguía asestando puñaladas para que no se resistiese, fundamentalmente en la zona maxilar derecha de la cara, zona labial inferior, mentón y cuello, y así llegar lo antes posible a la intimidad de su domicilio. A la altura del lado derecho del último escalón, al pie de la barandilla, el acusado derribó a la niña pero, aun así, esta trató de defenderse y oponer resistencia. Una vez que el acusado consiguió arrastrar a la menor hasta el rellano de la primera planta del inmueble, la niña trató de incorporarse, frente a la puerta del ascensor, aunque no lo consiguió al ser nuevamente apuñalada por el acusado y derribada al suelo.
A continuación, el acusado arrastró a la menor por el pasillo hasta la puerta de su domicilio, a lo largo de unos siete metros, tirando del tronco de la niña y ayudándose para ello de los tirantes de la mochila que llevaba puesta en su espalda, cargada de libros escolares. Una vez dentro de la vivienda, el acusado cerró la puerta con llave y arrastró a la menor hasta el cuarto de baño, en
donde la dejó, para dirigirse a su dormitorio. Allí se quitó la ropa y regresó al cuarto de baño, donde estaba la niña, gravemente herida ya e incapaz de desplazarse por sus propios medios. El acusado continuó asestándole puñaladas y la agredió sexualmente.
Sobre las 15:09 horas, una vecina llamó a la Policía Nacional a través del 091 ante los gritos desesperados de un hermano de la menor, que había bajado al portal ante la tardanza de la niña y no paraba de aporrear la puerta de la vivienda del acusado al ver las enormes las manchas de sangre que había en el pasillo del primer piso y la chaqueta de su hermana tirada en el suelo. Minutos después se personó en el lugar una patrulla de agentes, que consiguieron acceder al domicilio del acusado forzando la persiana de la ventana de la puerta corredera de la cocina, que estaba sin cerrar. Los policías sacaron a la adolescente del baño sobre las 15:20 horas y la colocaron en el vestíbulo, donde intentaron realizarle operaciones de reanimación cardio-pulmonar, que se prolongaron hasta la llegada de los servicios sanitarios, sobre las 15:39 horas. Instantes después llegó una UVI móvil, que determinó el fallecimiento de la adolescente.
El acusado, en la ejecución de su propósito criminal, propinó un número de puñaladas que excedieron de las necesarias para producir la muerte de la niña y solo lo hizo para causarle un dolor y un sufrimiento absolutamente innecesarios.
El acusado, para asegurarse su propósito, se sirvió de la gran fuerza física que presentaba frente a la víctima, al ser él un hombre de 30 años y complexión atlética y la víctima, una niña de 14 años y apenas 50 kilos de peso.
La menor falleció sobre las 15:39 horas. El cuerpo presentaba al menos 36 heridas de arma blanca.
Según el informe forense mental del acusado, este presenta una inteligencia normal, comprende lo que ha sucedido y entiende perfectamente lo que está bien y lo que está mal. Presenta una imputabilidad plena, con rasgos narcisistas.