Serrat eterno
El cantautor catalán Joan Manuel Serrat premio Princesa de las Artes tenía el público a sus pies pero quiso regalar una de sus canciones más señeras, de las que atraviesan generaciones porque su valor perdura: 'Aquellas pequeñas cosas', interpretada con el sencillo acompañamiento de una viola. Los 1.200 asistentes, que coreaban en susurros la letra de este clásico de 1971, rompieron en aplausos y se pusieron en pie para agradecer el obsequio del 'noi del Poblesec'. Entre los asistentes, sus amigos Víctor Manuel y Ana Belén.
En su discurso, Serrat se definió como “un hombre partidario de la vida” en un discurso en el que ha elaborado una enumeración de sus valores. “Prefiero los caminos a las fronteras, la razón a la fuerza y el instituto a la urbanidad. Creo en la tolerancia. Creo en el respeto al derecho ajeno y el diálogo como la única manera de resolver los asuntos justamente”. A la luz de estos principios, Serrat confesó que “no me gusta el mundo en que vivimos, hostil, contaminado e insolidario donde los valores democráticos ha sido sustituidos por la avidez del mercado”.
El premio Princesa de las Artes, de 80 años, expresó que “quiero dejar el recuerdo de un buen hombre, justo y agradecido”. En los agradecimientos, Serrat a citado a sus padres, hijos y nietos así como “a los que han hecho suyas y canciones”.
Educación, libertad, humanismo y poesía
La campeona de bádminton Carolina Marín, premio Princesa de los Deportes, mostró su diploma acreditativo del galardón recién recibido de manos de Leonor como si fuese una ofrenda al público. En uno de los palcos, su madre Toñi era incapaz de contener las lágrimas ante el reconocimiento unánime a una deportista ejemplar.
La artista franco-iraní Marjane Satrapi fue de las más esperadas en la ceremonia dado fue la última en llegar de forma que su voz y mensaje no había sido escuchada antes como el resto de galardonados. La premio Princesa de Comunicación y Humanidades, conocida por su novela gráfica ‘Persépolis’ y su producción audiovisual, fue directa al grano: “ les aseguro que no soy de las que ponen la otra mejilla. Por una bofetada recibida devolvería diez, pero trato de no ser nunca yo quien pega la primera”. La creadora aboga por la empatía porque “el hombre sólo sobrevive juntándose con otros y creando sociedades”. Su reflexión sobre la humanidad le lleva a decir que “no tengo una visión idealizada de lo humano. Acepto tanto mi violencia como mi benevolencia, esperando siempre que la segunda prevalezca sobre la primera”. Satrapi cree que “antes de educar a nuestros hijos para que tengan éxito económico y social, debiéramos enseñarles que el verdadero éxito radica ante todo en el humanismo”.
El pensador canadiense Michael Ignatieff, premio Princesa de Ciencias Sociales, jugó con la comparación de un zorro y un erizo para reflexionar su ancha trayectoria como académico, político, periodista o cineasta: “algunos zorros envidian la tenacidad constante del erizo, capaz de enroscarse con una bola y mostrar sus púas. Soy uno de esos zorros que siempre deseó ser erizo”. Que el jurado le considera una mezcla de realismo político e idealismo liberal, “me hizo sentir como un erizo, aunque solo fuera por un minuto”. Ignatieff concluyó que “poder llamarnos libres y merecerlo realmente es el premio que más importa en la vida”.
La premio Princesa de las Letras, la escritora rumana Ana Blandiana, se centró en su principal género literario: la poesía. Recordaba que en tiempos de la dictadura comunista “todo poema requería tres personas: la que lo componía, la que lo memorizaba y la que los transmitía en morse”. Y así se compusieron miles de poemas.
Encontró un vínculo con España en la figura de Unanumo: “me alegra afirmar, ante una sala llena de españoles, la importancia que la exclamación de Miguel de Unanumo ‘¡Me duele España!’ ha tenido en mi formación intelectual y espiritual. Me duele España, me duele Rumanía, me duele el mundo”.
Los directivos de la Agencia de Fotoperiodistas Magnum, premio de la Concordia, utilizaron cámaras analógicas para retratar a la presidenta Cristina de Middel mientras caminaba por el escenario del teatro para saludar al público, un gesto muy divertido y poco habitual en estas ceremonias. El premio Princesa de Cooperación Internacional fue para la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) en cuyo nombre su secretario Mariano Jabonero recogió el diploma de parte de la Princesa de Asturias.