La catástrofe de Sant Llorenç no se pudo prever y la coincidencia de factores "la hizo más trágica", según la UIB
Un equipo de investigadores ha reconstruido los principales mecanismos que ocasionaron las inundaciones
La inundación que afectó a la localidad mallorquina de Sant Llorenç des Cardassar el pasado 9 de octubre de 2018 no se pudo prever y la coincidencia de factores "la hizo más trágica", según un estudio de la Universitat de les Illes Balears (UIB).
Por ello, los investigadores insisten en la necesidad de disponer de protocolos de activación de los sistemas de alerta y de protección civil que puedan hacer frente a errores de predicción en un rango de 30 a 50 kilómetros, además de llevar a cabo un trabajo de concienciación y educación de la población de cara al futuro.
El estudio ha sido llevado a cabo por un equipo de investigadores de los departamentos de Geografía y Física de la UIB y publicado recientemente en la revista científica internacional 'Natural Hazards and Earth System Sciences'.
Fruto de este estudio, los investigadores han podido determinar que los relevos de hasta 488 metros de altura de la sierra de Levante frenaron el desplazamiento de las tormentas que atravesaron Mallorca de sur a norte. La lluvia llegó a los cerca de 400 litros por metro cuadrado en sólo seis horas, una cantidad que es la mitad de la media anual de precipitación en esta área de la isla y tres veces más que la media de precipitación del mes de octubre.
A pesar de la gran intensidad de las lluvias, ninguno de los modelos de predicción atmosférica que utilizan rutinariamente las agencias meteorológicas y las instituciones de investigación en todo el mundo no fue capaz de prever con suficiente antelación ni la localización, ni la intensidad y ni la distribución temporal de las precipitaciones. De hecho, ningún modelo numérico de predicción del tiempo no anticipó precipitaciones superiores a los 50 litros en la zona afectada.
Los investigadores también señalan que la dimensión reducida de la cuenca de ses Planes, la pendiente elevada del terreno, la escasa densidad de vegetación a la zona y el relevo en forma de embudo hicieron que las precipitaciones llegaran con mucha rapidez al cauce del torrente, donde el agua llegó a subir a una velocidad entre 3 y 4 metros por segundo.
EL FACTOR HUMANO
A través de la implementación de un modelo hidráulico, los investigadores han podido constatar también como la intervención humana contribuyó en gran medida a incrementar el alcance y las consecuencias de las inundaciones.
Así, la ubicación de parte de la zona urbana de Sant Llorenç des Cardassar sobre el área del torrente hizo que el agua lograra los tres metros de altura dentro de muchas casas. Además, la canalización artificial del torrente a la entrada de la villa provocó que la velocidad del agua se duplicase y lograra los siete metros por segundo.
También la presencia de numerosos puentes que atraparon los materiales (árboles y sedimentos) que arrastraba la ola de inundación a su paso tuvieron un efecto de presa.
Finalmente, la escasa conciencia del peligro por parte de la población agravó todavía más la tragedia.