Juicio

El expárroco de Selva acusado de abusos dice que el padre de la menor le pidió 60.000 €

El ministerio público pide que sea condenado a 3 años de prisión.

ondacero.es

Illes Balears |

El expárroco de Selva acusado de presuntos abusos sexuales a una menor ha asegurado hoy en el juicio: "El padre de la niña me dijo que si no le daba 60.000 euros me destrozaría la vida y después me denunciaría porque cualquier juez le creería antes a él y a su hija que a mí".

El sacerdote, que fue profesor del padre de la menor, ha explicado ante el tribunal de la sección primera de la Audiencia que a ambos les unía una relación "de trabajo" porque el hombre le ayudó a intentar vender una vivienda y por esa posible venta fue por lo que le pidió el dinero inicialmente.

Según el acusado, que ha negado los abusos y ha dicho que todo es "absolutamente falso", la niña acudió a su casa pocos días después del fallecimiento de su madre porque su padre le pidió que le ayudara a superar esa situación familiar y para que le comunicase que él y su nueva pareja estaban esperando un hijo.

"Es la única vez que he estado a solas con la niña, debimos hablar una hora más o menos, sentados en la mesa camilla", ha afirmado el exsacerdote, quien ha detallado que la menor "durmió en una habitación que hay de dos camas, donde dormía mi asistenta". "Ni siquiera la rocé", ha agregado en otro momento de su declaración.

El padre ha relatado después que fue el sacerdote quien se ofreció a ayudarle con su hija, que entonces tenía 12 años. Después de los presuntos abusos, la niña le pidió que no la llevara "nunca más a casa de ese señor". "Me dijo que la había medito con él en la cama y no quise saber más, fui directo a la policía", ha añadido.

Según la Fiscalía, los hechos que se juzgan ocurrieron en febrero de 2015, en el domicilio del sacerdote jubilado en Calonge, en el municipio de Santanyí, cuando la menor, que tenía miedo de dormir sola, se acostó en la cama de él, y el acusado, con intención de satisfacer sus deseos sexuales, empezó a tocarle el abdomen, bajando hasta la cadera y la ingle, momento en el que la niña, al sentirse incómoda, la propinó un codazo.