'Los años raros'
✍ Por Román Pérez González
Estoy seguro: en unos años, cuando mi hijo tenga 20, y ojalá sea futbolero como su padre, observará estos años de implantación del VAR como unos años raros. Unos años en los que la gente (los que narran, los que comentan, los que entrenan, los que juegan, los que lo ven) no saben qué acaba de pitar el árbitro; años en los que una mano a veces sí es penalti, otras veces no es penalti, unas veces se puede protestar y otras no se puede protestar, años en los que un agarrón sí es penalti y años en los que ese mismo agarrón no es penalti y todo está matizado, sujetado, sostenido por ese lugar común muy inteligentemente puesto, pero muy tramposo que se llama interpretación.
Estoy seguro que unos años estas temporadas se verán raras, producirá bromas, los memes del futuro dirán que fuimos tontísimos por asistir y tratar de interpretar esta pantomima como ahora nos produce extrañeza ver partidos de baloncesto sin línea de tres, recordar los Tours de los 90, los torneos que se disputaron en España entre los años 36 y 39, como la Copa de la República que recientemente entregaron al Levante. Sé que estoy comparando plátanos con kiwis, pero es que esa es la sensación: el estupor fue tan mayúsculo que los dos entrenadores necesitaban ver las imágenes al llegar a casa. El estupor fue tan mayúsculo que se anuló un gol en la última jugada del partido por falta de McBurnie a Greif y el escocés no lo toca y todo el mundo creyó que era así. Un gol. Una acción revisable según la norma y no fue así por la magia de la interpretación. La incredulidad fue tan grande que recordé el Cordobazo. Ese fue el nivel de alucinación.
La tecnología que venía para arreglar un problema ayer creó un problema. La tecnología que venía a ayudar ayer generó de una tontería una roja, una amarilla y un libre indirecto. Sin la roja, sin el dedo corazón alzado de Muriqi el VAR no habría intervenido, si en vez de alzar el dedo le dice un insulto a Mata el VAR no habría intervenido. Es absurdo. Y no habría pasado nada porque no pasó nada. Fue un lance del juego. Feo, sí, pero uno más de los cientos que hay en cada partido. Creo que es una jugada que quedará como ejemplo de estos años raros. De lo mal ejecutado que está el VAR. De lo que el VAR está haciendo con el fútbol. O le dan una vuelta -y sólo lo harán si un día se perjudica a un club-imperio- o la gallina de los huevos de oro se muere.
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