'Antibiótico'
✍ Por Roman Pérez González
Hace unos meses trascendió la noticia que decía que el uso abusivo de antibióticos, sin ser recetados, provocaba en quien los consumía que, cuando hicieran falta de verdad, no tendría el efecto debido y, por tanto, el cuerpo le costaría más el proceso para curarse. Es obvio, si no hace falta el cuerpo se acostumbra a tener ese placebo y cuando lo necesita ya lo tiene tan integrado que no cumple su función.
La llegada de Martínez a la Unión Deportiva fue ese placebo, regeneró lo que no funcionaba, dio vida a una UD moribunda pese a que el proyecto solo arrancaba. Se habló en verano de revolución, “de darle una vuelta a la idea”. La pelotita entraba con unos datos de efectividad inusuales y, aunque el juego no era lo deseado, los puntos, lo mollar, el solomillo del plato, era lo importante, pero de eso, con un porcentaje de efectividad más cerca de la realidad y un nivel defensivo que ha vuelto a bajar a niveles alarmantes hace pensar que quizás el antibiótico ya no cumple su función y hay que intentar atajar el problema de otra manera, con otra persona, ya que la raíz, los creadores del Frankenstein no se van a ir ahora, en este minuto. Uno piensa en qué habría sido de esta plantilla sino hubieran llegado los portugueses al filo del crono de fichajes, el descampado que sería, pero son solo conjeturas.
En el fondo, hace ya casi una década, Setién definió muy bien el modus operandi amarillo en el que las decisiones se tomaban “a base de impulsos”. Y, pese a todo, el partido de hoy es para tomar decisiones de ese tipo, pero la cabeza nos hace creer que esto no acontecerá ya, sino se esperará a lo que suceda en la final contra el Valladolid de dentro de quince días -con el partido ante el Barcelona de la semana que viene en medio-. El corazón nos dice que hay que tomar decisiones urgentes ya que en esta racha de un punto de veintidós en juego el esquema ha sido siempre el mismo: mandíbula de cristal, ímpetu y morir en la orilla, pero lo peor, sin duda ha sido ver como los otros equipos han despertado y la UD es, ahora mismo, un caramelito para cualquiera. El drama este año ha sido cíclico y aunque la UD sea un equipo predestinado al sufrimiento de antemano en Primera División como se dice “no me gusta el andar de la perrita”.