Si empezásemos por el final, esto es lo que sucede: hay una falta a Sandro en la frontal del área en la que atacas, el partido muere ahí, has ganado ese punto de oro, pero no se pita y hay un balón al espacio al más rápido de todos, Iñaki Williams, quien centra a la llegada de Raúl García y Álvaro Valles despeja.
Unai Gómez ve ese balón muerto en el aire y se lanza en plancha delante de Mfulu en el resquicio que quedaba, el balón roza al mediocentro amarillo que trata de llegar con la pierna mientras que el jugador vasco va con todo, a morir ahí, de cabeza al suelo y Álex Suárez, bajo palos, casi la roza también, pero ninguno llega y hay gol y pierdes
Las Palmas perdió un buen punto que se había ganado con muchísima solvencia durante todo el partido y el cúmulo emocional es extraño porque la sensación de vacío es apabullante: has estado jugando en uno de los campos más bonitos del mundo, con bajas fundamentales y has perdido por el pelo de una gamba. Si vamos al detalle el pecho hinchado debe ser la constante y la derrota supone un aprendizaje más; quizás debió haber una falta para evitar esa contra maldita, quizás, por supuesto, que se pitara la evidente falta en la jugada inmediatamente anterior al gol decisivo.
Queda la duda de por qué no se revisan unas acciones y otras sí, un toque en carrera se revisa y se anula y la opinión de un señor en una tele hace replantear al árbitro lo que ha visto y otras se deja a su criterio sin intervenir y sin que los aficionados entendamos por qué sí y por qué no
Como espectáculo masivo que mueve muchas pasiones, mucho dinero, mucho interés harían bien en tomarse la molestia de dejar claras sus normas para los que asisten o están pendientes de ello pudieran saber a qué atenerse. Acaba el 2023 con este revuelto emocional, pero la Unión Deportiva deja claro que es un equipo al que hay que tomarse muy en serio.