'El Costa Concordia'
✍️ Por Román Pérez González
La consecuencia es que la Unión Deportiva tiene ahora un muro de 4 puntos que saltar para lograr quedarse en Primera, pero la forma en la que ha llegado hasta aquí tiene muchas aristas: en el año de su 75 cumpleaños el Club quiso celebrar como se merece una cifra tan redonda, pero, por ejemplo, se olvidó de tener un recambio de garantías para Sergi Cardona, que solo se sabía que se iba a ir seis meses antes, sí se concretó un partido en San Antonio de Texas, lo cual está muy bien, se visitó el pabellón de los Spurs, pero se despistaron de tener una plantilla con más recursos, se fijó el mercado en Segunda, lo cual es interesante, pero a la vista está es insuficiente, se sacó una cerveza del equipo, se promocionó el Mundial, se conoció de primera mano cómo trabajan en Norwich, se jugó un amistoso en Anfield vacío, se anunciaron a bombo y platillo actividades que nunca han visto la luz como el himno de Los Gofiones, como el álbum con todos los jugadores que han disputados minutos con la amarilla.
Se dijo que no se iba a traer a nadie más para el centro del campo porque el fichaje era Aboubacar Bassinga para acto seguido traer fichajes, ceder al Mirandés al chico, donde no jugó y volverlo a traer al filial en enero, toda una metáfora perfecta de esa malévola y constante forma de llevar el equipo, el Club, la SAD de manera impulsiva, sin reflexión, a espasmos, según dé el viento. Se trajo a Fabio Silva y a Essugo con la liga empezada, dos buenos jugadores, el segundo lo hizo tan bien que ya tiene gracias a la UD el contrato de su vida cuando nosotros nos estamos jugando seguir en la élite.
Se buscaba un cambio de guion, darle una vuelta de tuerca a la idea de Pimienta y para ello se fichó a un entrenador que tardó un mes en venir porque estaba en competición, se hizo la gracia en Twitter, se publicó una foto en la que el hombre estaba obligado -o eso parecía- y todo salió de la única forma que podía salir: fatal. Se trajo a Diego Martínez y tras un inicio fulgurante -le ganó al Barcelona en Barcelona- ahora lleva doce partidos sin ganar, sumando cuatro puntos desde diciembre hasta abril; es obvio que teniendo gran parte de la culpa no es ni mucho menos el gran culpable.
La desorganización es un hecho. La manera en la que se están repitiendo los errores es evidente: el descabezar al grupo de referentes canarios ya era palpable en verano y aunque el amor por el equipo es lo único que hace que tengamos algún hálito de esperanza eso no quita que veamos todo lo mal que se están haciendo las cosas. Y aunque los máximos representantes de este desastre -Luis Helguera y Miguel Ángel Ramírez- no quieran tienen que tomar decisiones drásticas o simplemente podremos decir que dejaron hundirse el barco, que hicieron dejación de funciones que actuaron como el capitán del Costa Concordia Francesco Schettino y miraron para otro lado cuando todavía había tiempo para otro desenlace, para, al menos, si hay que morir, -descender es morir un poco- que sea de otra manera, habiéndolo intentado de todas las formas posibles.
dasfasf