Este miércoles 28 de agosto se cumplen 29 años de la llegada a Canarias de la primera patera. Esa embarcación partió desde la costa del Sahara Occidental rumbo a las islas que más cerca están de esa zona del continente africano. Hablamos de Lanzarote y Fuerteventura y en este caso arribó hasta la segunda de ellas. En esa embarcación iban dos jóvenes saharauis. Han pasado casi 3 décadas y el número de personas que llegan casi a diario a las islas no ha parado de crecer en una escalada que ha provocado una de las crisis humanitarias más importantes por número de muertes que existen en la actualidad en todo el mundo y sobre la que el foco informativo cada vez se aleja más.
El comienzo de la llamada Ruta Canaria
El 28 de agosto de 1994 llegaba esa primera embarcación tipo patera hasta la costa este de Fuerteventura, pequeña y de madera con los dos jóvenes saharauis en un viaje que no llegó a las 24 horas. Ese mismo año, en 1994, llegaron 8 migrantes más siguiendo el mismo recorrido. 10 migrantes en un año que llamaron mucho la atención por la forma de llegar y por la novedad. En los meses siguientes llegarían poco a poco más pateras siempre procedentes de esos puntos de la costa del Sahara Occidental en los que apenas se tarda un día en alcanzar Lanzarote o Fuerteventura. En el año 2002 ya estábamos hablando de casi 400 pateras y más de 10.000 personas. Las autoridades comenzaban a ver la tendencia y la preocupación sobre lo que empezaba a producirse era creciente.
Los cayucos
Algo comenzó a cambiar desde 2005 cuando pudimos ver lo que era un cayuco. Básicamente son embarcaciones de mayor eslora que las pateras y que utilizan para la pesa en países mas al sur de Marruecos. Los cayucos permitían transportar hasta 200 personas y podían navegar días o semanas partiendo desde países como Mauritania, Senegal o Gambia. Lanzarote y Fuerteventura dejaron de ser los únicos puntos de llegada y los migrantes eran rescatados en las proximidades de las costas de cualquier isla, incluso la más alejada: El Hierro.
El perfil del migrante también comenzaba a cambiar. Quedaban atrás aquellos dos jovenes saharauis que llegaron en 1994 con una bandera del Frente Polisario y comenzaba a ser más común ver llegar a migrantes de origen subsahariano. Las guerras, el hambre o la pobreza ya presentes en el continente africano pero multiplicadas desde finales de la década de los 90 hacían que miles de jóvenes comenzarán a intentar salir en busca de un futuro mejor.
Muchos de ellos, por aquel entonces, llegaban a Canarias pensando que habían conseguido entrar en el continente europeo. Se embarcaban en el viaje engañados por organizaciones que robaban lo poco que tenían a cambio de viaje una isla de la que muchos saldrían con rumbo al punto de partida.
La reacción social al fenómeno
A pesar del gran despliegue humanitario que a mediados de la primera década del siglo XXI hacían desde Cruz Roja, la Guardia Civil o Salvamento Marítimo, la popularización de internet y las nacientes redes sociales provocaron los primeros movimentos de rechazo al migrante con palabras como "invasión". A pesar del elevado número además creciente en la llegada de migrantes a Canarias, la gran mayoría ya por aquel entonces eran repatriados a otros países o conseguían de alguna manera viajar hasta la península desde donde continuar su viaje a países como Francia o Bégica que en realidad, eran los destinos que querían alcanzar.
En números relativos era mucho mayor el número de migrantes que llegaban a España a través de los puertos y los aeropuertos que por la vía de la patera o el cayuco pero las sucesivas crisis económicas ajenas al fenómeno migratorio que tenía a Canarias como escenario desviaban "las culpas" a las personas que llegaban por esta vía marítima.
En medio de todas estas circunstancias y a pesar de que el fenómeno crece, la sociedad canaria, en su gran mayoría, ha demostrado ser solidaria y comprensiva con la situación que viven estas personas.
Las muertes en el mar
Aunque hay cifras concretas sobre el número de muertes en la Ruta Canaria de Migración lo cierto es que cualquier número, seguramente, se quede muy corto en cuanto al número de personas que han fallecido tratando de llegar a Canarias. Marruecos y los países de su entorno en la zona sur no elevan el problema a una categoría que les invite a desplegar en número de efectivos de salvamento en sus costas necesario para poder acometer operaciones de rescate en el mar que eviten las muertes y los medios con los que cuenta España rara vez logran llegar a tiempo a estas zonas de naufragio cercanas a las costas africanas.
Cerca de las costas de Canarias se han vivido muchísimas tragedias con personas que mueren a 2 metros de la orilla de una playa porque sencillamente no saben nadar. Los naufragios en Canarias son frecuentes aunque la tendencia que ha girado a los cayucos y los puntos de partida al sur de Marruecos multiplican el riesgo de hundirse a las pocas millas de navegación si que nada ni nadie registre la tragedia.
Los últimos 5 años
Cada vez son más frecuentes los picos de repunte en el número de embarcaciones. Rescatar a 1000 personas en 24 horas comienza a ser una actuación bastante común como lo es que en el grupo de personas rescatadas, Salvamento Marítimo encuentre uno o varios cadáveres.
A la peligrosidad de un cayuco o una patera tenemos que sumar las neumáticas, embarcaciones tipo zodiac que se han popularizado entre las mafias para tratar de transportes a más migrantes que en una sencilla patera.
Adultos, mujeres y menores migrantes no acompañados
Cuando los migrantes llegan a Canarias lo primero que se encuentran es con la atención humanitaria de la Cruz Roja. A partir de aquí comienza un trámite administrativo que acaba con los adultos, o en un vuelo de repatriación a los países desde donde en teoría han partido o en un centro de atención a extranjeros.
Estos centros que no cuentan con las más mínimas medidas de atención humanitaria fueron puestos en marcha tras la crisis vivida en 2020 con escenas como las que se vivieron en el muelle de Arguimeguín, en el sur de Gran Canaria con cientos de migrantes hacinados en un dique por la no disponibilidad de instalaciones adecuadas para su atención.
La puesta en marcha de estos centros demominados CATE (Centro de Atención Temporal a Extrajeros) han sido muy criticados por organizaciones humanitarias y por medios de comunicación por la atención que se da a los migrantes, migrantes que en muchos casos logran viajar vía aerea o marítima hasta la peninsual que es su objetivo final.
Las mujeres son atendidas en centros especiales por ser consideradas vulnerables pero muchas de ellas acaban en redes de prostitución y trata. Los menores son atendidos por el Gobierno de Canarias que desde 2019 denuncia que tiene plazas para atender a 500 y en la actualidad alberga a más de 5.200. Se pide un reparto solidario de los menores entre todas las comunidades autónomas pero Canarias solo ha recibido el silencio o el reparto anecdótico de grupo muy pequeños de menores.