'Ganar'
✍️ Por Román Pérez González
Ganar, cuando no se suele ganar, es una sensación maravillosa. Ganar tras tanto tiempo sin ganar es la mejor sensación del mundo porque es volver a sentirte rey por un rato. Es la bocanada de aire al salir del agua tras zambullirte ante una ola, es sentir que el avión ya aterrizó, es esa cerveza primera helada que entra perfecta, es las vistas de la ciudad desde Bandama, es el abrazo en el aeropuerto de alguien amado, es un sueño bonito que se recuerda entero.
Es la sonrisa inocente y pura de mi bebé cada mañana. Ganar es esencial. Sobre todo cuando no se gana siempre, cuando ganar es meritorio, clave, necesario, cuando lo normal es perder ganar es ilusionante porque abre toda la amalgama de posibilidades ante nuestros ojos. Lo normal en el deporte — y en la vida- es perder casi siempre por eso hay que gozar de ganar inesperadamente, tras ponerte 1–0 y acabar 1–3.
Ganar cuando es límite si pierdes sabiendo que la semana que viene puedes volver a caer, pero que, tras ganar, se ve de otra manera completamente distinta. La vida va también de eso: creer, tener la posibilidad de que las cosas sucedan. Ganar es fundamental para seguir. Ganar es para lo que sirven las utopías, que decía Eduardo Galeano. Ganar, el nombre más bonito que existe cuando lo que había hasta ahora era un auténtico desierto. Ganar, en definitiva, vivir.