El cambio de hora, tanto en invierno como en verano, se estableció internacionalmente con la loable intención de ahorrar energía, y justamente energía es lo que suele faltarle a la mayor parte de las personas durante los días posteriores a la correspondiente aplicación de esa medida. Puede parecer una cuestión menor, y que simplemente 'nos quejamos de vicio' ante cualquier cambio que altere nuestras rutinas, pero lo cierto es que cada vez más expertos médicos refrendan con sus estudios el efecto real que esta adaptación de horarios ejerce sobre nuestra salud.
Una de las claves la tenemos en nuestros ritmos circadianos, que son cambios físicos, mentales y conductuales que siguen un ciclo de 24 horas. Estos procesos naturales responden, principalmente, a la luz y la oscuridad, y afectan a la mayoría de seres vivos, incluidos los animales, las plantas y los microbios. El cambio de hora actual, el de invierno, según afirma la neurofisióloga de la Unidad del Sueño del Hospital Negrín, Inmaculada Rodríguez, es el que mejor se adapta a nuestro ritmo circadiano.
En el horario de invierno tenemos más horas de sueño y nos despertamos de una manera más natural: coincide cuando nos levantamos de la cama con el amanecer
Por tanto, de llevarse a cabo la eliminación permanente de estos cambios horarios, cabe suponer que el que se quedaría como horario fijo es el que nos rige desde la madrugada del pasado sábado. Esto contradice la preferencia habitual del ciudadano medio, que suele protestar especialmente cuando le cambian el horario de verano. 'Esto es porque el horario de verano coincida con la vida social que tenemos en España y especialmente en Canarias', aclara Rodríguez. 'Nos deprime un poco salir de un trabajo y ver que ya no hay luz natural, pero una cosa es lo que nos gustaría socialmente y otra muy diferente es lo que nos conviene en materia de salud'.
Peligros directos e indirectos
La experta advierte de que pueden ser el detonante para que se materialicen problemas latentes de insomnio en personas que hasta ese momento conciliaban relativamente bien el sueño, y que en personas con trastornos de sueño ya diagnosticados se pueden producir notables empeoramientos de sus cuadros, cosa que los profesionales de la unidad del sueño llevan años comprobando entre sus pacientes. A esto hay que añadir otros efectos colaterales bastante preocupantes y constatados estadísticamente, como el aumento de accidentes de tráfico y laborales en los días posteriores a estos cambios.