CANARIAS | OPINIÓN

La sombra del ciprés

🧐 Una nueva derrota, y con dos jugadores más, pone en vilo el futuro de Luis Carrión

📉 La UD Las Palmas sigue colista de Primera División, y sin ninguna victoria

Aleix Valero | David Ojeda

Canarias |

'La sombre del ciprés'

✍ Por Román Pérez González

En 1947 Miguel Delibes escribió su primera novela ‘La sombra del ciprés es alargada’ obra con la que obtuvo el Premio Nadal. En ella se nos da a conocer las vicisitudes que acontecen en la vida en Ávila de un chico, Pedro, y la gente que lo rodea. Nada en la obra desentona, todo se mueve en el mismo tono sombrío, denso, complejo de aquellos años en la historia de nuestro país. El árbol es una metáfora de cómo algunas sombras se proyectan en algunas vidas para marcarlas para siempre.

Este verano la Unión Deportiva pretendía airear las sábanas que estaban viciadas tras un final de curso horroroso, con el objetivo prácticamente conseguido a mitad de curso, tras el susto de tener que jugártela en Cádiz por no saber cerrar antes la salvación. Hubo tiempo -ya digo-, porque desde enero ya se intuía lo que finalmente aconteció: la UD tenía esa ventaja frente a sus competidores, podría organizar la temporada -esta- con parsimonia, con seguridad, sabiendo qué defectos debía pulir, qué podía potenciar. En ese momento de felicidad, es irónico, la UD en su última victoria se colocaba más cerca de Europa que de bajar y, sin embargo, con todo lo que vino después se podrían llenar 150 Bernabéu con lágrimas de aficionados de Las Palmas. Nada volvió a acercarse a ese aroma; el equipo se paró y la maquinaria sigue averiada. Cada semana creemos que es la última de la desgracia y así llevamos desde febrero sin que la herida tenga visos de mejorar.

En la búsqueda por hacer crecer la plantilla ya se podía atisbar que ese intento de mejora traería consigo la pérdida de identidad del equipo: habían salido baluartes como Valles, incomprensible que vaya a jugar lo mismo que yo por no renovar -lícito que se quisiera ir y que Las Palmas quisiera que se pagase lo que era justo, pero llegados a este punto lo normal, porque va en tu beneficio es que se pudiera contar con él- se vendió a Coco, las salidas de Araujo y Cardona, únicamente se mantiene Mika Mármol de la retaguardia del año pasado, con consecuencias nefastas; se contó con Sinkgraven que no ha podido jugar tres partidos seguidos en dos años.

Se renovó a Marvin Park con galones y no como revulsivo, se debilitó la defensa, en definitiva. Scott McKenna apareció de forma sorpresiva tras la salida de Coco, pero hasta ahora no ha demostrado la solvencia que se debería exigir. El equipo es peor, a estas alturas podemos decirlo; solo hay motivos para la esperanza porque queda demasiado. Sobre todo llama la atención en este desaguisado la figura del entrenador: indudable su trabajo, eso por descontado, pero no ha sabido o no ha podido plasmar en el césped con una victoria lo que imagina en su cabeza y con tres puntos tras dos meses de competición (cuando esta se retome a la vuelta del parón de selecciones) está todo dicho.

El partido fue un auténtico drama: el Celta dominó y la UD respondía con un par de zarpazos que se quedaron solo en eso. El gol gallego se veía venir y no hubo un 0–2 al descanso por un fuera de juego milimétrico de Borja Iglesias. Con las expulsiones la UD no supo aprovechar lo que el reglamento y el árbitro le pusieron en bandeja y Luis Carrión se quedó completamente sin argumentos.

A la UD le queda tiempo, casi lo único que tiene ahora, pero debe mover ficha ya para evitar que la larga sombra del ciprés lleve sus huesos a Segunda en un suspiro.