Todo ello puede generar conflictos, malentendidos y tensiones en las relaciones, ya que se basa en expectativas desactualizadas y una resistencia al cambio. Por ejemplo, un padre que sigue tratando a su hijo adulto como si fuera un niño, sin reconocer su madurez y autonomía, o una pareja que no acepta los cambios en los intereses o metas del otro, insistiendo en que sigan siendo como al inicio de la relación.
Según un estudio de la Universidad de Navarra, el 60% de las parejas experimenta conflictos significativos debido a expectativas no alineadas y falta de adaptación a los cambios del otro y laOrganización Mundial de la Salud (OMS) indica que problemas de comunicación y falta de flexibilidad contribuyen al 70% de las disoluciones matrimoniales a nivel global.
¿Qué es el síndrome de la imagen congelada y cómo se manifiesta en las relaciones de pareja o familiares? ¿Cuáles son las señales de que estamos atrapados en esta dinámica tóxica dentro de una relación? ¿Qué efectos emocionales y psicológicos tiene mantener una imagen idealizada o rígida de la relación?