Juan Gómez de Lecube era un talentoso extremo derecho, apodado «la motocicleta humana», que deslumbraba a multitudes con su velocidad y su destreza en el campo. Sin embargo, detrás de la figura pública de este deportista, se esconde una vida que parece sacada de una novela pero que es una historia de espionaje real y que Oriol Jové recoge en Lecube. El futbolista de Hitler (Almuzara, 2024).
Debutó como futbolista en la Gimnástica de Torrelavega, donde creció y formó una familia. Después de brillar a durante cinco temporadas en la banda del Malecón, dio el salto a equipos como el Celta de Vigo o el Atlético de Madrid pero, con la llegada de la Segunda Guerra Mundial, cambió radicalmente de rumbo en su vida: Lecube fue reclutado por los servicios de inteligencia nazis.
Su destino lo llevaría a tener que cruzar medio mundo para encargarse de una misión crucial: informar de los movimientos aliados a través del estratégico Canal de Panamá. Pero los británicos lo tenían en el punto de mira. Capturado y llevado a Londres, Lecube se enfrentó a torturas y duras condiciones de reclusión, pero jamás confesó. Se convirtió, de hecho, en el prisionero más duro de pelar que pasó por el Reino Unido en toda la guerra.
Tras años de interrogatorios y de una detención en condiciones extremas, fue liberado y deportado a España, en 1945. Lejos del espionaje, y al amparo de Franco, su vida postbélica volvió a tener el fútbol como eje central, convirtiéndose en un entrenador adelantado a su tiempo.
