Sigue cuidándose y cada mañana da un largo paseo de diez o doce kilómetros por la costa santanderina. Su tío, Ramón, ya jugó en el Rayo Cantabria y en el Racing y él siguió sus pasos desde muy niño. Salvo alguna cesión en sus inicios y cuando hizo la mili estuvo toda la vida como racinguista desde la cuna, aunque equipos como el Real Madrid, el Betis o el Atlético se interesaron por él. Ahora acude al estadio casi siempre y ve al equipo de José Alberto con ilusión. "Voy casi siempre, salvo que coincidida algún horario raro. Me siento en Tribuna Norte, justo encima de La Gradona, y merece la pena ir al estadio ya solamente por estar metido en el lío. Es impresionante, nada que ver con nuestra época. Además, da gusto ver la cantidad de gente joven que hay, también muchas chicas -incluyo a mis dos hijas- y además cuando les preguntas de qué equipo son dicen que solamente son del Racing", explica el antiguo defensa racinguista.
Sobre las opciones de ascenso, Villita cree que "en esta Segunda División está todo muy igualado y hay diez equipos con opciones de ascenso" y se queda con el juego del equipo, "disfruto mucho con ese estilo que tienen". "En los último partido creo que la ausencia de Íñigo Sainz-Maza se notó demasiado".
Recuerda especialmente el ascenso de la 80/81, logrado en la última jornada también con mucha agonía. En la 83/84 todo fue más frío porque se logró con varias jornadas de antelación. Sobre los entrenadores recuerda especialmente como el mejor a Laureano Ruiz y a Armando Ufarte como el peor porque seis o siete jugadores de la plantilla terminamos lesionados y "eso indica una mala preparación física". Tuvo un debut accidentado en Primera ante el Betis -acabó con el pómulo y el codo rotos- y se retiró con 33 años lesionado sufriendo una descortesía muy poco elegante de la directiva del Racing.