El Racing de Ferrol era el equipo que tenía que jugar en Santander el 16 de febrero de 1941. Un día antes la ciudad fue pasto de las llamas y quedó devastada. El partido se aplazó, claro. En 1946, durante un encuentro entre santanderinos y ferrolanos, se derrumbó una balaustrada de ladrillos de los viejos Campos de Sport y varios aficionados se precipitaron al suelo.
Más recordado fue lo acaecido el 4 de septiembre de 1949 en otro Racing de Santander-Racing de Ferrol. Una galerna sorprendió a todos en lo que estaba siendo un día veraniego de fútbol. Hubo lluvia, granizo y vientos huracanados. La tribuna norte salió volando como una cometa y milagrosamente no hubo ningún herido de gravedad. Los aficionados, asustados por los crujidos de la techumbre, habían huido al centro del césped.
Y justo, el próximo partido entre cántabros y gallegos llega como previa a Halloween, en unos días muy de celebrar lo misterioso. Todos esperan que no se repita la historia y el partido transcurra con normalidad este domingo, 29 de octubre, a las 21 horas.