Cantabria tiene su segunda pareja reproductora de quebrantahuesos. La vuelta de esta especie a Liébana supone un hito que, a juicio de la Fundación para la Conservación del Quebrantahuesos, es una garantía de su labor para la recuperación, pero también de un entorno adecuado para estos animales.
Se trata de dos ejemplares, llamados Biziele y Niebla, que se suman a la primera pareja detectada en La Hermida.
Así lo asegura el presidente de la Fundación, Gerardo Báguena, a Onda Cero Cantabria, donde ha contado que se trata de dos ejemplares huérfanos y que fueron criados y reintroducidos por ellos: tanto Biezele como Niebla son huérfanos de padre y madre. Fueron criados desde pequeños en un programa de aislamiento. Pesaban tan solo 120 gramos.
Esto les sirvió para poder realizar un estudio de comportamiento durante su crecimiento, pero también ahora durante su reproducción. Añade Báguena que van "por el buen camino".
Más de 100 años después
Báguena explica que ahora se dan las condiciones medioambientales que permiten que el quebrantahuesos pueda vivir de forma adecuada en Picos de Europa, que ya tiene dos parejas con las que, espera el presidente de la Fundación, Gerardo Báguena, se sienten las bases para su recuperación.
De esta forma, a juicio de Báguena, el parque nacional se posiciona como uno de los pocos a nivel europeo donde puede verse cómo conviven osos, grandes rapaces y quebrantahuesos.
El hecho de que una especie "exigente" esté volviendo al entorno de los Picos de Europa indica que el paisaje es "extraordinario" y que aún tienen alimento suficiente para sostenerse.
Entrevista en 'Más de Uno' con Alsina
En 'Más de uno' tratan de hacer justicia con un animal que ha sido difamado durante siglos y que ahora se está recuperando en España: el quebrantahuesos. Gerardo Báguena ha participado en este espacio especial, en el que se ha declarado "admirador" de estas especies que "tienen cada día el reto de sobrevivir en un ambiente hostil".
El quebrantahuesos es la única especie del mundo conocida que se alimenta únicamente de huesos. Por esto, tiene que volar entre nueve y once horas diarias para alcanzar los 350-400 kilos de hueso que necesita al año para sobrevivir y sacar adelante un único pollo, explica Báguena.