Uno de sus autores, Pedro Torres, afirma que “nos alegra que se hayan recuperado los premios de arquitectura en la región, porque sirven para dar a conocer el trabajo de los arquitectos de Castilla-La Mancha”. Como estudio, continúa Torres, “entendemos que el reconocimiento refuerza nuestra forma de trabajar, que es siempre de forma local para fomentar el entendimiento del contexto -cultural, constructivo, económico o energético- y así poder adaptarnos y actualizarlo”.
Pedro y Rocío sintieron reafirmado su trabajo por las palabras con las que el jurado justificaba su fallo: 'La sencillez de la propuesta refuerza la imagen tradicional de una vivienda. El jurado agradece, en una obra emergente, la contención del proyecto y su sensibilidad en el uso de los materiales'. “Nos alegran, sobre todo, porque reflejan actitudes frente al proyecto.
La Casa Ja!
La Casa cuenta con una superficie de 203 m2 construidos, y un ajustado presupuesto de 625 €/m2 edificado y es una secuencia de situaciones. Una sucesión de espacios y de rincones que comparten el objetivo de generar espacios donde disfrutar y compartir.
En BIZNA estudio explican que "el nombre surge de un juego con las iniciales de los propietarios, pero, a la vez, refleja la intención de hacer, desde el inicio del proyecto, una vivienda compacta, refrescante y disfrutona".
Desde que se accede a la parcela se percibe la secuencia de jardín-casa-jardín. Mientras crecen los árboles de hoja caduca del jardín delantero, el porche hace la función de protección, una sombra para el verano que absorbe el golpe de calor y lo evacúa para que no llegue al interior. En invierno, las hojas caerán y permitirán disfrutar de una comida al sol y que la radiación caldee la casa.
Lo principal, lo central: es el salón. Por él, pasa todo. Esta pieza es pasante, comunica el jardín delantero (de acceso y de invierno) con el jardín trasero (de estancia y de verano).
El salón es una pieza alta y a un agua para que el aire caliente ascienda y pueda ser evacuado por un sistema sencillo (sonda + ventilador) creando confort para el verano. Desde él se controla todo, está flanqueado por dos muros equipados, el de ladrillo aloja el paso a los dormitorios, los armarios y el inodoro. Al otro lado, el muro es de comunicaciones, conecta con el garaje, con la cocina y con el porche de la barbacoa mediante una ventana-barra. Al fondo, prácticamente la mitad de la parcela se convierte en un pradera con piscina, protegida de la calle. Esta cara noreste más fría y húmeda introduce la humedad necesaria para generar una sensación de frescor en las noches de verano. De hecho, la banda de dormitorios, se articula mediante un pasillo que va de fachada a fachada, oponiendo dos puertas que permiten que el aire discurra barriendo los pies de las camas. Las mosquiteras se encargan de asegurar la noche mientras que las contraventanas de lamas garantizan su funcionamiento en la siesta. El pasillo atraviesa un baño atomizado que maximiza el uso sin multiplicar las piezas.
El uso de los materiales cerámicos articula y enfatiza los espacios, en la zona de los dormitorios es un zócalo que cuando vira hacia los porches coge toda la altura, incluso se introduce al interior. El ladrillo, semi-manual, visto, con llaga ancha, tiene la cualidad de absorber cierto grado de humedad, lo que permite prolongar la situación de confort. Este efecto, permite un desayuno agradable en la entrada y hasta una merienda fresca en el porche trasero. En el interior, los techos con la bovedilla cerámica vista, también refuerzan este efecto. El pavimento, cerámico, se extiende como una alfombra hacia el acceso, convirtiéndolo en una extensión del mismo ancho del salón al porche y al camino de entrada. La cubierta de teja mixta se microventila para evacuar el calor y evitar que llegue al interior. Y toda ella está rematada por ladrillo, desde el alero escalonado, hasta los remates laterales y los aliviaderos de crecida del canalón.
Y es que el ladrillo se convierte en un recurso expresivo que junto con las contraventanas de color añil, la volumetría y los grandes paños blancos reconectan la vivienda con la vivienda tradicional manchega. Las ventilaciones, la imagen más reconocible de la casa -pues es casi lo único que asoma a la calle- recupera el tradicional “suspirón”. El ladrillo también se convierte en rejillas para la cámara sanitaria, en alfeizares y en umbrales mediante sardineles. Y el color añil, tan característico de los zócalos manchegos, se lleva a las contraventanas.