Hoy, aprovechando la semana institucional de #Caridad2021, queremos desde Cáritas Diocesana de Ciudad Real ofrecer una fotografía fidedigna de lo que ha ocurrido en 2020, aunque ya hemos dado algunas pinceladas a lo largo del año y en la campaña de agradecimiento, hoy tenemos los datos finales de un duro y difícil año 2020.
Habría que decir que no hemos hecho nada nuevo que no estuviéramos haciendo antes; es decir, atendiendo y acompañando en las dificultades, a las familias y a las personas en situación de vulnerabilidad y exclusión. Atendiendo también a las personas que residen en los centros de inclusión a lo largo y ancho de la diócesis de Ciudad Real.
Las cifras siempre desvelan una realidad y aunque puedan objetivarla, corremos el riesgo de quedarnos en el número, alejándonos de la vida que hay en cada una de ellas.
La experiencia acumulada en los últimos meses en Cáritas, confirma que, una vez más, esta crisis, como las anteriores, no ha sido igual para todos. Las personas más frágiles han visto como de manera rápida e intensa han empeorado sus condiciones de vida, y cómo en la mayoría de los casos se han hundido al perder el empleo y los exiguos ingresos que percibían. Puesto que han sido las personas vulnerables las que más han sufrido el impacto de esta crisis.
Durante el año 2020 hemos atendido, en las Parroquias a 5.708 familias, siendo un 20% más con respecto al 2019. Y resaltando que el número de personas atendidas por primera vez desde nuestra institución se ha incrementado un 54,3%, llegando a 2.005.
El total de ayudas prestadas asciende a 15.650, materializadas, principalmente en ayudas de alimentación e higiene, suministros del hogar, pago de alquiler e hipoteca, beca de asistencia a talleres, ayudas económicas, ayudas del servicio de comida a mayores, de transporte, a veces en especie de alimentos, ropa o enseres del hogar.
Hay que destacar de manera clara que la forma de ayuda ha sido a través de la entrega de dinero, bien en efectivo o mediante transferencia bancaria, así como vales canjeables por productos básicos, para que las personas pudieran acudir a los establecimientos.
Otros tipos de ayudas, si cabe más importantes es la de la escucha y la atención telefónica. Más de 5.000 intervenciones. Además se han llevado a cabo visitas a personas y familias vulnerables y en situación de exclusión como temporeros, mujeres en contexto de prostitución, adicciones. Las personas mayores, sobre todo en los ámbitos rurales, han sido objeto, como siempre de nuestra intervención.
Y finalmente se han realizado gestiones de trámites sociales y de intermediación con los servicios sociales, con los que ha habido una coordinación técnica importante.
En cuanto a la acción de Cáritas, en los centros de atención a personas sin hogar y adicciones, decir que los cinco centros han permanecido abiertos acogiendo a aquellas personas que ya estaban haciendo el proceso de inserción. En los cinco centros ha habido, igualmente una importante coordinación técnica con los servicios sociales. Durante este año, hemos acogido a 560 personas en los centros de Personas Sin Hogar. Y en el Programa de Adicciones, hemos atendido a 241 personas. 10 en Casa Tutelada y el resto en el Centro de Día.
También, desde el servicio de orientación laboral, hemos atendido a 459 personas, fundamentalmente en la orientación y la gestión de trámites en la búsqueda de empleo, información sobre la situación laboral, etc… hay que destacar que en este aspecto se evidencia la brecha digital de las personas que atendemos. Todos tienen un terminal móvil, con acceso a internet, pero pocos los recursos personales y materiales para la tramitación on line de sus gestiones. No solo porque no tienen ordenadores sino, sencillamente, porque no saben manejarse en los entornos digitales. Pero también denunciamos las ofertas de empleo sumergido que llegan a Cáritas y qué lógicamente rechazamos.
Hemos sido capaces de reinventar la forma de atención siempre primando las condiciones de seguridad. La atención telefónica ha cobrado una relevancia vital, posibilitándonos estar cerca en el momento que se nos ha requerido. Poniendo en valor la proximidad, esas relaciones de cercanía y cuidado que nos hacen prójimos de las demás personas, que nos ayudan a salir de nosotros mismos con generosidad y solidaridad hacia los demás.
Queremos poner de manifiesto cómo #LaIglesiaNoCierra #LaCaridadNoCierra y esto es posible gracias al trabajo los voluntarios y técnicos, que han estado y están en primera línea, siempre tendiendo una mano a aquellas personas que de una forma u otra se han visto golpeadas por la difícil situación que atravesamos. Estamos llamados a anunciar y construir una nueva normalidad más justa y equitativa para todas las personas desde la esperanza y la oportunidad de hacer la vida nueva y mejor. Y que solamente se consigue siendo más pueblo.
Un trabajo que es posible a las aportaciones de socios y donantes, empresas, autónomos, entidades financieras y fundaciones, que una vez más han respondido de forma muy generosa a la llamada de solidaridad que hemos lanzado. Ascendiendo a un total de 3.033 socios y donantes durante el 2020.
Tenemos grandes retos por delante que no podemos abordar solos, ni como sociedad ni como Iglesia. Es necesario dibujar nuevos escenarios de vida y posibilidad para todos y generar nuevos espacios de encuentro para sanar juntos.
La pandemia, y su crisis sanitaria y social nos ha dejado una sociedad de vidas rotas, marcando un antes y un después en la vida de las personas que atendemos. Sólo fomentando los lazos de colaboración y ayuda mutua, tejiendo red comunitaria en clave de fraternidad, de relaciones de cuidado, cercanas, vinculantes, de sostenibilidad, podremos salir de esta crisis. La sociedad se construye desde las comunidades locales donde todas las personas tenemos la responsabilidad de vincularnos y hacernos cargo de lo que acontece.