Según han señalado a Efe fuentes de esta organización, las obras de selvicultura preventiva contra incendios forestales, como las talas y cortas a matarrasa que se efectúan para la construcción de áreas cortafuegos son "de dudosa efectividad", a pesar de lo cual "han proliferado en los últimos años por todos los montes de la provincia de Ciudad Real".
Esta situación es especialmente grave en espacios incluidos en la Red de Áreas Protegidas de Castilla-La Mancha y en la red europea Natura 2000, destacando lo que ha sucedido en el torno del Estrecho de las Hoces, en el paraje de Boca del Valle en el Arroyo de Valdecristo o en los montes de Río Frío.
Los ecologistas han apuntado que estas actuaciones silvícolas no se justifican técnicamente, ni mucho menos se evalúan ambientalmente, quedando al libre albedrío de los servicios provinciales de la Consejería de Agricultura y Medio Ambiente del Gobierno regional, que ejecuta la empresa pública de Gestión Ambiental de Castilla-La Mancha (Geacam).
Las áreas cortafuegos, han señalado, son elementos lineales de cien metros de anchura donde se corta a matarrasa la vegetación sin distinción del tipo de monte o bosque al que afecta y sin tener en cuenta las condiciones topográficas o la altitud, realizándose en la mayoría de los casos en líneas de pendientes elevadas, dejando amplias franjas de terreno a merced de la erosión.
Los impactos visuales que este tipo de actuaciones provoca sobre el paisaje, han advertido, "son dramáticos, constituyendo estas áreas cortafuegos auténticas heridas abiertas en las sierras de la provincia de Ciudad Real".
Además, numerosos técnicos de incendios dudan de la eficacia de las áreas cortafuegos a la hora de frenar el avance de los grandes incendios forestales, precisamente los ligados al cambio climático, y que se desarrollan en condiciones extremas de temperatura, humedad relativa y velocidad del viento y que pueden desarrollar focos secundarios mediante pavesas o piñas que salen disparadas cientos de metros.
Por otro lado, la destrucción de vegetación ocasionada en la construcción de cortafuegos y pistas forestales supera con creces el suelo quemado en decenios.
Los ecologistas afirman que "un kilómetro de cortafuegos de cien metros de anchura implica la alteración y destrucción de diez hectáreas de monte, es decir, equivale a un incendio de diez hectáreas".
Por todo ello, Ecologistas en Acción-Ciudad Real ha pedido a la Consejería de Agricultura y Medio Ambiente que deje de aplicar estas infraestructuras altamente impactantes en los montes y sierras de la provincia de Ciudad Real y que de hacerse se justifiquen con un estudio técnico solvente que demuestre su necesidad.
Asimismo, han insistido en que estos trabajos deben realizar "con una evaluación de impacto ambiental adecuada que minimice los impactos que provocan en el paisaje, en la biodiversidad y en la erosión del suelo".