Pedro Martín-Romo nos cuenta que es una casa de las más antiguas de Horcajo de los Montes donde vivió un cura hasta que murió. Pasaron muchos años hasta que una nueva familia habitó la casa y en su interior aún se conservaban algunos objetos del anciano entre ellos, un reloj al cual escuchaban los nuevos inquilinos a las 12 de la noche, acompañado de ruidos en la casa. Según dicen, era el alma del cura que seguía habitando la casa.