De los 104 ciudadrealeños de toda la provincia que fallecieron en los campos de exterminio, seis de ellos eran vecinos de la capital. Frente a sus viviendas se han instalados un adoquín con una placa en la que se recogen datos de estas personas.
Todos ellos se fueron de Ciudad Real siendo jóvenes, tenían menos de 30 años de edad, como ha explicado el profesor Julián López, miembro del proyecto “Mapas de Memoria”, impulsado por la Diputación de Ciudad Real en colaboración con la Universidad Nacional a Distancia (UNED).
En un primer momento el objetivo es instalar 25 adoquines de la memoria en diferentes puntos de la provincia. Ayer se pusieron dos en Campo de Criptana, hoy seis en Ciudad Real, uno en Arenales de San Gregorio y otro más en Miguelturra, y en mayo se colocarán en Alcázar de San Juan y Manzanares, según ha indicado el vicepresidente de la Diputación, David Triguero.
La primera Teniente de Alcalde de Ciudad Real, Pilar Zamora, ha manifestado que esta capital no quiere olvidar a los suyos y que los nombres de estos seis vecinos que murieron en campos de concentración no desaparezcan.