Dicen que Apolonia llegó un día a Ciudad Real con su marido, quien falleció años después. Ella afligida por la pena moría al poco tiempo. Era una mujer bella que había encandilado al pintor y escultor a quien habían encargado un cuadro con su figura. El pintor se enamoró de ella y se cuenta que fue quien talló la figura de Apolonia que apareció una mañana de Navidad en el Camposanto Ciudadrealeño.