Ivanna tiene 47 años y vive aquí con sus dos hijos. Lleva 25 años en España, actualmente da clases de ruso en la Escuela Oficial de Idiomas de Ciudad Real y el resto de su familia está en Ucrania.
Asegura que ella y sus familiares están angustiados y tienen mucho dolor por lo que está sucediendo. Una guerra sin sentido, dice Ivanna, quien ha mostrado su esperanza en que termine pronto.
Recuerda que hace un mes, cuando Rusia inició la invasión, no quería creer lo que estaba pasando en pleno siglo XXI, “parecía una película”, y afirma que se quedó en shock y muy enfada con Putin.
Desde Ciudad Real, Ivanna y otras ciudadanas ucranianas están ayudando a su pueblo en todo lo que pueden. Han creado una asociación, “Girasoles de Ucrania”, para prestar ayuda, información e incluso dar clases de castellano a los refugiados ucranianos que llegan a Ciudad Real.
Por su parte, María es una joven rusa que estudia en el campus universitario. Vive en Ciudad Real desde septiembre del año pasado.
Asegura que las sanciones que se han impuesto a Rusia le están afectando ya que tiene las cuentas bloqueadas y no puede utilizar las tarjetas bancarias.
Dice que no ha sentido rechazo por ser rusa, es decir, no ha sufrido rusofobia en Ciudad Real, la gente que la conoce la trata muy bien aunque reconoce que tiene dudas a la hora de hacer nuevas amistades.
María tiene familia en Rusia y afirma que en su país hay poca información de lo que está sucediendo. Le preocupa su bienestar, el de su familia y también la de los ucranianos.
A esta joven rusa le gustaría que termine cuanto antes el conflicto con Ucrania pero reconoce que la situación pinta mal y teme que se alargue.