María, nombre ficticio de esta mujer, es de otro país, vino a España en busca de oportunidades, pero su compañero sentimental le tuvo encerrada en casa durante nueve meses.
Le pegaba y aunque estaba embarazada no le daba de comer sino hacía lo que él quería. Según el relato de María, el hombre le decía que solo estaba para hacerle la comida. Ella reconoce que incluso pensó en suicidarse porque no quería llevar esa vida.
Un día que fueron a la Policía para que el hombre presentara una denuncia contra un amigo suyo, la mujer, que aún no sabía hablar castellano, hizo un gesto con los ojos al policía que les atendió. El agente sospechó que estaba pasando algo raro, se quedó a solas con ella, llamaron a un traductor y la mujer contó todo lo que estaba sucediendo.
A partir de ahí, comenzó una nueva vida para María. Dejó a su compañero sentimental y la llevaron a la Casa de Acogida donde fue atendida y ayudada y consiguió curar “sus heridas”.
Allí recibió acompañamiento continuo, le facilitaron el permiso de residencia, hicieron un seguimiento a su embarazo, la recuperaron psicológicamente, participó en cursos formativos y recibió ayudas para el alquiler y una renta activa de inserción cuando salió de la Casa de Acogida de Ciudad Real.
Su directora, Fátima Mondéjar, considera fundamental que la mujer no solo denuncie sino que también sepa que de la violencia de género se puede salir, y cree importante exigir al maltratador que no maltrate a la mujer.