Pepe prepara una encerrona para los que le habían tendido toda clase de trampas.

La tensión es cada vez mayor y nuestros protagonistas están en peligro. Todo para seguir manteniendo el sillón político y la ficción de honradez de un alcalde y sus acólitos que ven sus huesos en prisión.

Pepe y Alfredo siguen su periplo por el mundo de la confusión. Cristina y Eduarda son de las pocas en el pueblo que no están en el ajo. Y Don Acisclo y los suyos siguen tratando de evitar las consecuencias de sus actos, de la peor forma posible.

Aunque el lío es cada vez mayor, el amor se está abriendo camino entre tantos equívocos. Veremos en qué termina todo, pero no hoy...

Una vez confundidos con los inspectores, Pepe y Alfredo son agasajados por los vecinos, lo que acrecienta su sensación de que lo que ocurre no es normal.