Cada martes de carnaval los torreños celebran una tradición que data de 1694. Desde primera hora del día el abanderado coloca en su casa el símbolo que identifica quien cumple en esta ocasión su promesa y da las gracias a las ánimas por escuchar sus plegarias, una bandera con calavera sobre fondo negro.
Cuando la descuelga a las dos de la tarde, al segundo toque de ánimas, empieza un recorrido por las calles, acompañado por un cortejo de jinetes a caballo, antes mulas y burros que dan nombre a esta "borricá", piden limosnas que entregarán al párroco al final de la jornada.
En casa del abanderado, y en otras a lo largo del recorrido, se ofrece al visitante una invitación: alimentos y dulces típicos y "limoná".
"La borricá" de Torrenueva no solo se mantiene viva después de tanto tiempo, además cada vez tiene más proyección. Mucha gente visita la localidad en este día, algunos para mirar y otros para participar.
