Ecologistas en Acción afirma que “durante los últimos años existe una preocupación generalizada entre la población local de la montaña palentina por lo que está ocurriendo con la berrea del ciervo en esta comarca norteña ante la importante disminución de machos de ciervo, siendo en berrea cuando se manifiesta de forma más preocupante este declive”. La berrea en el Parque Natural era hace décadas un referente gracias a los espectaculares bramidos de los ciervos en celo pasando a ser en la actualidad algo poco más que testimonial.
Para el colectivos “la responsabilidad de la gestión de las especies cinegéticas, como el ciervo, recae exclusivamente en la Junta de Castilla y León, en su Servicio Territorial de Medio Ambiente, que como en la mayoría de los casos, sigue mirando para otro lado como si nada ocurriera. Gran parte de sus técnicos y personal de campo continúan sin querer ver lo que ocurre mientras achacan esta disminución a enfermedades, a fuertes nevadas como la de 2015, algo que pudo influir algunos años pero que debería estar ampliamente superada, y otros responsabilizan a los lobos, que van a ser los culpables de todo lo que ocurre en el medio rural. Pero nadie pone el foco en el motivo principal de declive de la especie, su caza indiscriminada de manera legal y de manera furtiva”.
En una parte del Parque Natural, la Reserva Regional de Caza de Fuentes Carrionas “con su horrorosa gestión realizada durante décadas recoge ahora esos resultados, algo normal en gestión cinegética. Se han cazado durante muchos años los mejores ejemplares y en muchos casos al principio de su reproducción, lo que ha supuesto una evidente y enorme merma en su calidad. De hecho, hasta hace no mucho había zonas donde se cazaba más machos trofeo que machos no trofeo, algo inconcebible”.
Consideran que en “la otra parte del Parque Natural, en los Cotos Privados de Caza, se siguen facilitando precintos de caza desde la Junta de Castilla y León en cantidades muy superiores a la disponibilidad real de ciervos y sin ningún tipo de control, como si nada pasara, siendo habitual que con un precinto se maten todos los ejemplares que se puedan. Algunos argumentos supuestamente conservacionistas no han ayudado, como es la afección a las poblaciones de urogallo cantábrico, a otros ungulados, a la vegetación, o los daños y la transmisión de enfermedades, incluso las dudas sobre su carácter autóctono, además de haberse demostrado que no son ciertos. Lo que sí es de sobra conocido son los motivos por los que las berreas son tardías, cortas y escasas, base científica que se ignora. Esta deriva, que no tiene visos de cambio mientras sigan aplicándose las políticas anticuadas del Servicio Territorial de Medio Ambiente, atrae argumentos que buscan la solución en la reintroducción de ciervos de otros lugares, “sangre nueva”, unos con cierto desconocimiento y otros buscando que no pare la fiesta de la caza ni su evidente negocio”.
Ecologistas en Acción afirma que “las empresas de turismo activo, como buenas conocedoras de lo que está ocurriendo, no pueden o no quieren alzar la voz contra aquellos que les autorizan a seguir su actividad, pero podrían ser parte importante en la solución del problema. Solución que será difícil mientras se continúe matando ciervos en berrea, una auténtica aberración cinegética que se intenta justificar desde varios puntos de vista, cuando su única certeza es la facilidad de su caza, de nuevo plegándose al cazador. Ecologistas en Acción considera que es difícil que la berrea vuelva a ser el espectáculo que fue y que será difícil conseguir mantener en el Parque Natural una población sana de ciervos, estable y con buenos parámetros de cantidad y calidad que supongan un factor ecológico fundamental en los ecosistemas, para ello habría que conseguir una drástica disminución de la caza y, precisamente, alejada de la berrea”.