En tres meses no fue atendida de manera presencial por su médico de cabecera. Su hermana Lydia, relata las peripecias que han vivido durante este tiempo al otro lado del teléfono
Sonia, era burgalesa. Fallecíael pasado 13 de agosto con 48 años como consecuencia de un cáncer de colon aunque su familia denuncia que ha sido otra de las tantas víctimas invisibles de la pandemia. En tres meses su médico de cabecera en Espinosa de los Monteros, Burgos, nunca la atendió de manera presencial, cara a cara, para examinarla. Lo cierto es que en ese tiempo, “Sonia se estaba muriendo al otro lado del teléfono”.
Los dolores no cesaban y su tumor empezaba a dar señales con una fuerte molestia en la pierna izquierda que aumentaba por momentos. El cansancio se iba apoderando de su cuerpo cada vez más y llegó a perder hasta siete kilos de peso.El color amarillento de su piel, recuerda su hermana Lydia Sainz-Maza tenía preocupada a todo su entorno. No era normal y su estómago no podía aguantar más.
Ahora piden justicia, porque Sonia ya no está pero son muchas las vidas que hay en juego. “Voy a llegar hasta el final con esto, no se ha inventado virus que justifique el abandono de las personas”, relató con la voz entrecortada.