El pintor irlandés Sean Scully se ha ido de Barcelona junto con su familia, formada por la también artista Liliane Tomasko y su hijo adolescente Oisin, por el "crecimiento" del nacionalismo en una ciudad que "amaban" y donde tenía estudio desde hace casi tres décadas.
El pintor irlandés y nacionalizado estadounidense, Sean Scully, tenía su base de operaciones en Nueva York, pero a mediados de los noventa, llegó a Barcelona para establecer el que sería su tercer estudio.
Una ciudad que, ya hace años, describió en un medio de comunicación como una ciudad de sobras: "Me gustan las sombras, el misterio. Mi obra es romántica, emocional, poética. Necesito un ambiente que tenga esa atmósfera poética y lo encuentro en Barcelona".Sin embargo, la inspiración catalana se ha desvanecido ya que, según ha explicado Scully en el "Financial Times", él junto con su esposa y su hijo, se han marchado de Barcelona para instalarse en la localidad francesa de Aix-en-Provence, ya que, según cuenta: "En Barcelona, ibas a las reuniones y hablaban completamente en catalán, como diciendo: "Vete a la mierda".
Su mujer Tomasko, también artista, se ha quejado de que a su hijo, escolarizado en Barcelona, le decían que debería hablar catalán, en lugar de español durante el recreo.
El artista, de 76 años, ha manifestado la presión que asegura haber sufrido: "Y al final, no pudimos soportar Barcelona por esa mierda".
Un espacio del Monasterio de Santa Cecilia en Montserrat lleva el nombre del artista
En 2015, inauguró un espacio permanente que lleva su nombre en la capilla del Monasterio de Santa Cecilia en Montserrat. Allí se exponen grandes pinturas murales y vidrieras en las que el artista quiso plasmar su vinculación con el monasterio en una suerte de inspiración espiritual que ha definido como "física".
Además, Scully estuvo en negociaciones con el Ayuntamiento de Barcelona en 2014 para donar 200 obras a cambio de que estuvieran en un espacio museístico propio; las negociaciones no cuajaron.