El Ayuntamiento de Barcelona es la primera institución que impone una sanción por 'racismo inmobiliario'. Barcelona ha multado al propietario de un piso y a la inmobiliaria que lo lleva con 45.000 euros por no querer alquilárselo a un hombre de origen marroquí.
El consistorio ha considerado este hecho que data de principios de 2020 una falta muy grave. Ya se hizo popular un caso similar en el que se especificaba que los que quisieran alquilarlo debían ser "españoles".
Redouane Mehdi, el ingeniero informático que se ha visto afectado por este gesto racista, acudió a la Oficina por la No Discriminación a denunciarlo. Su caso fue estudiado en conjunto con la Unidad de Disciplina y Antiacoso del Instituto Municipal de la Vivienda y la Rehabilitación que siguió adelante con la infracción, prevista en la ley 18/2007 del Derecho a la Vivienda, aprobada por el Govern en 2007.
Nadie le cogía el teléfono en la inmobiliaria
Mehdi asegura que existió racismo. Él compartía piso y decidió buscar un apartamento para vivir solo en la zona de la Barceloneta a escasos diez minutos de su trabajo y próximo a la playa. Encontró un piso en una plataforma online y lo visitó. Le gustó y lo manifestó a la inmobiliaria, acreditando un nivel de solvencia más que suficiente para alquilar la vivienda. Pero nadie le cogía las llamadas.
Mehdi explica que entregó "tres nóminas, contrato indefinido, antigüedad y una explicación de a lo que se dedica". Pero que nunca llegaron a contestarle ni cogerle el teléfono cuando se interesaba por saber si se lo iban a alquilar. La única respuesta que finalmente recibió fue que el propietario había elegido a otro inquilino. Sin embargo, semanas más tarde, pudo comprobar gracias a un amigo "con nombre europeo" que la vivienda estaba libre y disponible.
Su amigo entregó los mismo documentos, con menos solvencia económica que Mehdi, y procedieron a alquilárselo, lo que constató que se trataba de un caso de racismo.
Redouane Mehdi afirma que cada vez que intenta alquilar piso, no pasa del "teléfono". Su origen marroquí se convierte en un obstáculo para conseguir vivienda, incluso teniendo una holgada solvencia económica.