Hay personas que son muy educadas y respetan todas las normas de urbanidad, pero hay otras que deciden ir a la suya sin pensar en los demás. Este segundo caso es el de Lluís Soler, que asegura que él no cede el paso a nadie en ningún ascensor, ni en ningún transporte. Considera que cada persona tiene que mirar por si misma. Por contra, Miriam Franch considera que no hay que ser así y que hay que tener un mínimo de educación.
La mala sombra de algunos
Robert Calvo ha destacado que hay personas que nunca saludan al llegar al ascensor, lo que le parece una desfachatez. Considera que hay que cumplir con unos mínimos en la vida. Por eso, él siempre cede el paso, da los buenos días y pregunta a qué planta van el resto de individuos.