En la despedida del estadio durante más de un año y el Adiós a dos de los capitanes de la plantilla. Motivos más que suficientes como para acudir el domingo al Camp Nou al partido frente al Mallorca.
Además de la posibilidad de ver por última a algunos jugadores cuyo futuro es más que incierto. O la opción de comprobar cómo el polaco Robert Lewandowski se asegura el pichichi en su primera temporada vistiendo la camiseta azulgrana.
También Busquets y Alba se lo merecen. Son casi 30 años de fútbol profesional entre ambos en el club, se dice pronto los que se van con ellos.
El intrascendente partido liguero debe tomarse como una fiesta para recordar y rememorar los muchos y mágicos momentos vividos desde hace 66 años. El barcelonismo tardará en volver al Camp Nou y lo hará a un estadio moderno y nuevo.
Ayer la junta directiva rectificó precisamente el precio de los abonos para ir la temporada que viene a Montjuich. Dicen que rectificar es de sabios. Evidentemente se habían equivocado y mucho con la decisión inicial de subir el precio de los asientos en esas cantidades. El club necesita el dinero y los ingresos para la temporada que viene pero también y tam importante el respaldo de la afición.
Bajar los abonos de Montjuïc es un acierto. Parece mucho un cincuenta por ciento pero es que subir al estadio no va a ser ni cómodo ni fácil. Es tan importante recaudar dinero como que el Equipo se vea respaldado y arropado en el Duro destierro de Montjuïc.
En lo que no estoy tan de acuerdo es en la tibieza que ha demostrado esta junta con respecto al racismo en el fútbol español. No parece suficiente un alegato genérico contra la violencia, que se presupone, se da por seguro, sino un contundente rechazo a la escalada de racismo que ha invadido el fútbol español, por mas que la principal víctima sea Vinicius, un jugador del eterno rival capitalino.