A los humanos nos encanta opinar sobre todo sin pensar en las consecuencias que ello puede tener. A veces no somos conscientes de que una palabra dicha sin pensar puede afectar gravemente a quien la recibe. El coach Julio Rosales nos explica porque nos gusta tanto dar nuestra opinión y que pasa si la damos indiscriminadamente
Nos encanta opinar
Opinar es una acción que tiene una explicación psicológica. Entre otras cosas, lo hacemos por una necesidad de pertenencia, buscando la validación y la conexión con los demás. También como un intento para influir en los demás.
Todas estas explicaciones psicológicas tienen un factor común, y es que ninguna habla de beneficiar a los demás sino a uno mismo. La conclusión es que nadie opina de ti para favorecerte.
Las opiniones tienen consecuencias
Hay gente que opina mucho y se escuda en que es una persona sincera. Esta no es una excusa válida, ya que sólo deberíamos opinar si se nos pide la opinión, y es que nuestras opiniones pueden tener consecuencias nefastas. Pensemos, por ejemplo, en las redes sociales, donde el anonimato anima a la gente a hablar sin filtros. En estas situaciones, nos olvidamos que nuestras críticas pueden llegar, por ejemplo, a hundir un negocio o a afectar gravemente la salud de una persona.
Así pues, antes de opinar, pensemos un minutos si lo que vamos a decir le servirá de algo a la otra persona.