El Pere Pruna forma parte de la red de centros cívicos de Barcelona desde 1998 después de que el Ayuntamiento transformara la capilla del antiguo monasterio de las Madres Reparadoras
Un poco de historia
Para conocer los orígenes del actual centro cívico debemos remontarnos al 1904, cuando la familia Juncadella donó a la orden de las Madres Reparadoras un solar para que pudieran construir su monasterio.
En 1928, Enric Sagnier construyó la capilla pero durante la guerra civil fue saqueada y quedó casi en ruinas. En ese momento, el químico y farmacéutico Fernando Rubió Tudurí financió la reconstrucción del templo y encargó su decoración a un discípulo de Picasso, Pere Pruna, quien también diseñó las vidrieras y el mobiliario.
En 1970, las Madres reparadoras vendieron el terreno y Tudurí y los vecinos se movilizaron para salvar la capilla que acabó comprando el ayuntamiento.
Las obras de restauración llegaron en 1998 dando paso a un espacio cívico en el barrio que fue bautizado con el nombre del artista.